Sobre la Culpa y la Inocencia

Sobre la Culpa y la Inocencia

Cuando realizamos alguna acción, actúa sobre nosotros la conciencia. Es como una voz interior que nos hace sentir algunas veces inocentes y otras culpables.
Muchos atribuyen esa conciencia a un ser divino, algo así como la “voz de dios sobre nuestras acciones”.
Pero si miramos con detenimiento descubrimos que nada tiene que ver esto con Dios sino con las creencias de nuestro grupo de origen, ya sea familia, equipo o país.
Nos sentimos inocentes si lo que realizamos concuerda o beneficia a nuestro grupo y nos sentimos culpables si realizamos un acto o pensamiento que afecte a nuestro sistema.
Esa culpa puede sentirse como una posibilidad de ser excluido y la inocencia se siente como que formamos parte y tenemos cobijo. Esta conciencia, entonces, nos muestra un límite que si es atravesado puede poner en riesgo nuestra pertenencia.
Cada familia, cada país tiene sus reglas y pide a sus integrantes, a veces, hasta el último sacrificio, la vida de alguno de sus miembros. Es así como muchos son enviados a la guerra o deciden sacrificarse por “una causa justa”.
Cuando observamos con atención descubrimos que de ambos bandos se envían a los jóvenes a pelear, a morir y esto se hace con una sensación de inocencia. Acorde con el propio sistema. No importa cual sea.
Qué sucede en una familia tradicional cuando uno de los hijos conoce a una mujer de otra religión o de otra condición social y comienza a noviar. Cómo vive la familia esto, cómo vive el o la joven esta situación en relación con su familia.
Culpa e inocencia van a estar en juego y en algunos casos puede que alguno de los hijos quede excluido o mal visto.
Cuando un miembro queda excluido, no reconocido o se transforma en una “oveja negra”, esto trae una disfunción en el propio sistema y es posible que una o dos generaciones posteriores un integrante, sin saberlo, repita esa suerte.