Los Órdenes del Amor en la vida cotidiana

Los Órdenes del Amor en la vida cotidiana

Bert Hellinger, terapeuta alemán, creador del método de Constelaciones Familiares, ha descrito ciertos principios que funcionan en los sistemas vivos. Si son tenidos en cuenta se puede descubrir porqué en una familia se genera sufrimiento y cómo puede hacerse para que el amor y la felicidad pueden fluir a través de la misma.
A estos principios los llamó: Los Órdenes del Amor y uno de ellos es la pertenencia.
La pertenencia
Los seres humanos vivimos en grupos: nuestra familia, el grupo de trabajo, de estudio, el de amigos. Cada uno con sus características y todos ellos con reglas propias por lo cual naturalmente nos comportamos de manera diferente en cada uno de ellos.

Sentimos que pertenecemos cuando pensamos o actuamos de manera de no ir contra ese grupo, sus creencias o sus intereses. Lo digo de esta manera porque no importa cual sea la creencia o sus intereses, sino porque lo que está en juego es si se forma parte o no.
Por ejemplo: cómo mira una familia judía o una cristiana si uno de sus integrantes se quiere convertir al otro credo.
Cómo mira una familia rica si uno de sus miembros se casa con una persona pobre.
Cómo miran los integrantes de un club o de una familia, en el fútbol, si un integrante se quiere hacer hincha del otro cuadro.
Muchas veces la consecuencia de tal acto es la exclusión.
En los sistemas biológicos existen vinculaciones entre los miembros que están dadas por lazos de sangre. Esto hace que un padre siga siendo un padre de su hijo mas allá que lo vea o no, más allá que sepa o no que es el padre del mismo.
Aunque dos hermanos no se vean de por vida siguen siendo hermanos, están vinculados.
En los sistemas sociales la situación es un poco diferente: los miembros que la conforman están relacionados pero relación no es igual a vinculación.
Quienes trabajan en una empresa forman parte de equipos, están relacionados. Si por algún motivo alguno de los empleados renuncia o es despedido con justa causa, puede ser reemplazado por otro que cumpla su función. Es importante que ese miembro sea reconocido por el lugar que ocupó y por lo que hizo.
Sin embargo, el director o dueño de una empresa puede desarmar un equipo de trabajo con el cual trabajó durante muchos años, nombrar un nuevo líder para esa función y rearmar un nuevo equipo. Esto es impensado en una familia.
Si en una familia alguien es excluido y reemplazado por otro miembro esto trae una alteración en la misma.
Cuando digo excluído me refiero ser sacado, no mirado, no mencionado, despreciado. En las familias los lugares son fijos e inamovibles: padre, madre, hijos, hermanos, el hermano mayor, el segundo, etc. Cada uno tiene un lugar y nadie puede ocupar el lugar del otro. Al hacerlo se está excluyendo a ese miembro o generando un desorden y si eso se mantiene otro integrante de la familia, generalmente un posterior va a repetir esa
misma suerte.
Esto implica un desafío para cada uno de nosotros: el poder revisar en nuestro sistema quienes forman parte, que lugares ocupan cada uno y si hay algún excluido cómo poderlo integrar.