Acerca de Bert Hellinger

Es el creador de las Constelaciones Familiares. Teniendo un enfoque integrativo y experiencial, sus conceptos se suman en el mundo hacia una conciencia más amplia y abarcativa, de inclusión y reconciliación.

Ante el desafío de “no creer aquello que él enuncia sin antes experimentarlo” da por tierra con aquellos dogmas a los cuales hay que aferrarse para luego poder mirar el mundo desde allí.

Nació en Alemania el 16 de diciembre de 1925. Actualmente tiene 89 años. Vivió en su juventud la segunda guerra mundial. Su discrepancia con los grupos juveniles hitlerianos le valió ser considerado como sospechoso de ser un enemigo del pueblo. Fue convocado para luchar en el frente y terminó en 1945 en un campo de prisioneros en Bélgica. Se escapó del mismo y al regresar a Alemania se consagró como sacerdote. Fue enviado como misionero a Sudáfrica, donde se le encomendó la tarea de trabajar con los zulúes. Estudió filosofía, pedagogía y teología. Allí enseñó en escuelas secundarias.

Luego de 19 años decidió abandonar el clero y regresar a Alemania donde se casó con Herta, su primer mujer.

Se formó en psicoanálisis, terapia primal de Janov, Analisis Transaccional, hasta llegar a desarrollar su propia metodología que llamó: Constelaciones Familiares.

Es un abordaje sistémico, grupal, vivencial que permite ante una problemática presentada por un consultante, poder desplegarla a través de representantes pudiendo mostrar el desorden subyacente en el sistema y trabajar con él.

En el desarrollo de las mismas pudo descubrir las leyes por las cuales se rigen las relaciones humanas y las llamó: los Órdenes del Amor. Estos principios observables son la guía para descubrir cómo el sufrimiento se perpetúa en las familias a través de las generaciones.

Actualmente está casado en segundas nupcias con Sophie Hellinger, quien ha influido en sus últimos desarrollos.

Mi experiencia

Desde el 2001 que conocí a Hellinger tuve la oportunidad de tomar, año a año, sus entrenamientos cada vez que vino a Argentina. Cada encuentro me permitía estar ante la presencia de un maestro vivo. Que iba cambiando, evolucionando, descubriendo, y que no temía desdecirse si la experiencia le demostraba que algo no era como antes lo había enunciado. Llevándome en muchas ocasiones al límite, desafiando mis creencias, inspirándome, de un modo benevolente, a ampliar mi mirada.